Sturzenegger, avisó: si la inflación no cede evalúa subir en la tasa de interés

 

El funcionario dijo que las semanas que siguen serán importantes para que el BCRA verifique si esas previsiones tienen sustento en la realidad o no, pero se mostró confiado en ellas a partir de las acciones que tomó en los últimos meses, al dejar desde fin de enero en pausa la baja de tasas encarada tras la flexibilización de metas de fin de 2017 y no dudar en intervenir sobre el mercado de cambios para anclar la cotización del dólar, tras comprobar que el sostenido aumento que tuvo la paridad entre diciembre y febrero (cuando trepó algo más del 16%) había vuelto a ser uno de los motores de la inflación, junto a los aumentos de tarifas y el impacto de la sequía sobre los precios de algunos insumos.

Por la confianza que mantiene en su visión de una fuerte desaceleración desde mayo, Sturzenegger calificó como «adecuado» al actual nivel de tasas de interés (de 27,25% nominal anual), aunque insistió en que puede entrar en revisión si las circunstancias lo imponen y evalúa que se hace necesario «una tasa más alta», que daría lugar a un sendero de tasa de política monetaria «más contractivo que el que se espera, según el Relevamiento de Expectativas de Mercados (REM)», anticipó.

El jefe del BCRA reconoció que los malos números de inflación de marzo no fueron «los que estábamos esperando, sin duda alguna». Pero insistió en que la decisión del Gobierno de haber concentrado el grueso de los ajustes tarifarios que tenía previstos en los meses siguientes a las últimas elecciones le «allana el camino» a la entidad y lo hace «ser optimista de acá en adelante» sobre la posibilidad de reencauzar un proceso de desinflación sostenido desde el mes próximo.

«La política monetaria tiene rezagos, y si bien el aumento en los precios regulados de diciembre nos tomó por sorpresa por su magnitud y no nos dio tiempo a reaccionar, los que vinieron después ya estaban dentro de nuestras previsiones», explicó, aunque para evitar lecturas suspicaces, se preocupó por aclarar que la mención a diciembre no era una crítica. Incluso admitió que la mayor sorpresa se la llevó por la suba de las naftas, aunque enseguida aclaró que buena parte de ella había derivado del aumento que tuvieron los precios del petróleo en el mercado internacional, algo que el propio BCRA no esperaba.

La misma actitud cautelosa mantuvo al ser consultado si, a la vista de los resultados, consideraba un error la flexibilización de la meta inflacionaria dispuesta a fin de 2017. Evitó una respuesta concreta y prefirió valorar que aquel 28 de diciembre quedó reforzado el compromiso para que el BCRA reduzca progresivamente en dos años la asistencia al Tesoro (que este año supondrá $140.000 millones o 1,1% del PBI) hasta llegar a 0,3% del PBI en 2020. «Entonces podremos decir que eliminamos el impuesto inflacionario, que llegó a promediar 5% del PBI en los últimos tres años del gobierno anterior», valoró.

Sturzenegger además volvió a defender la venta de reservas para contener el avance del dólar y advirtió que, en caso de ser necesario seguir interviniendo en el mercado cambiario, el BCRA «lo hará, sin ninguna duda», lo que confirma que seguirán apelando al ancla cambiaria al menos hasta tener indicios de que el rebrote inflacionario pierde intensidad.

La previsión optimista que el BCRA maneja en relación a una baja de la inflación desde mayo se apoya, como ya explicara en sus últimos comunicados de política monetaria, en cuatro factores. La expectativa respecto a que la inflación de precios regulados, que fue del 3,1% promedio mensual en el primer trimestre, se reduzca al 1,5% promedio entre mayo y diciembre (fue de 2,4% promedio en igual período de 2017), dado que el proceso de ajuste en las tarifas entró en la etapa residual y ya fue realizado en buena medida; su apreciación positiva sobre el curso de las negociaciones paritarias, que se muestran bastante alineadas con la meta oficial del 15%; un tipo de cambio que avanzaría a un ritmo mucho menor al registrado al comienzo del año, y una política monetaria con espacio para hacerse más contractiva, en caso de ser necesario.

A eso Sturzenegger sumó como nuevo aliciente que las expectativas no se hayan deteriorado para la segunda parte del año, pese al fuerte repunte que tuvo la inflación en estos meses. «A fin de año, según el REM se espera una inflación promedio de 1,27% mensual para el período mayo/diciembre, y con los últimos datos se espera una del 1,25% mensual», lo que supone que, a su juicio, el BCRA no debería remontar un «gapp de credibilidad» tan grande como en años anteriores.

En la consultora ACM vieron a Sturzenegger «tratando de tomar nuevamente las riendas de la política monetaria, luego de que se haya puesto en duda la independencia del BCRA para administrar sus herramientas», según evaluaron en un informe. Pero valoraron que haya cambiado para abordar de forma «multicausal» el problema inflacionario, al sumar a la tasa de interés otras herramientas.

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