Comenzarán las reuniones bilaterales que liderará el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. A cargo de la negociación, Frigerio se reunirá con todos los gobernadores y los legisladores de la oposición para trabajar en la letra chica que permita un acuerdo, fundamentalmente con el peronismo, para lograr la aprobación del presupuesto. Hasta ahora todas las reuniones con los mandatarios provinciales fueron «sin papel ni lápiz», según describió un hombre al tanto de la negociación. Lo mismo ocurre en los encuentros que realizan habitualmente con sus pares María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Desde la Casa Rosada advierten que «hay tiempo», que la discusión con los opositores avanzará «sin plazos» y que la relación, fundamentalmente con los gobernadores peronistas, es «buena», aunque reconocen que no será «fácil». Para eso, Frigerio y compañía están elaborando una hoja de ruta para cada distrito. «El ajuste será un tema más. Hay que hablar de crecimiento, de economías regionales; hay que enamorarlos», dijo, con tono irónico, un asesor todo terreno.
Antes de avanzar con las provincias habrá una profunda revisión dentro de los gastos del Estado nacional. Ahí entran desde los recortes anunciados hasta una posible reducción de la estructura del gabinete que podría pasar de 20 ministerios a la mitad. Se trata de uno de los pedidos que la mesa chica que integran el jefe de Gabinete, Marcos Peña; la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal; el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y Frigerio le hacen desde hace semanas al Presidente. La resistencia de Macri, al principio absoluta, se diluye con el paso de los días. «El esfuerzo tiene que ser compartido, Los gobernadores lo entienden», aseguraron fuentes oficiales.
A partir de ahora el Gobierno buscará instalar una «agenda positiva». Salir de la dinámica mediática en la que se encuentran desde hace dos meses. Ese fue uno de los pedidos que Macri les hizo a sus colaboradores más cercanos.
Pero lejos de la opinión de aquellos que tienen la responsabilidad de generar consensos, algunos de los asesores más cercanos al presidente Mauricio Macri aseguraron que de no prosperar el diálogo el Gobierno «se pondrá más duro».
En este grupo miran con recelo a los mandatarios provinciales y, en caso de que fracase el diálogo, ya hablan de la puesta en marcha de un plan B. «Hoy manejamos un montón de plata que repartimos democráticamente… Hay muchos que sacan mucho», describieron fuentes oficiales. Se refería así a los adelantos por coparticipación que entrega mensualmente el Poder Ejecutivo y que les permite a varios gobernadores pagar los salarios en tiempo y forma; los préstamos del Fondo Fiduciario de Desarrollo Fiscal, las transferencias discrecionales y los fondos previsionales, como herramientas de «persuasión» para poner en la mesa de discusión. «Mauricio [Macri] es muy democrático, pero no es boludo», sostuvo uno de sus hombres de máxima confianza.
Mientras navega la tormenta económica, con el dólar en una carrera ascendente y la inflación proyectada mayor que la del último año, el Presidente apuesta al entendimiento de los gobernadores para avanzar. Por las dudas, para blindarse ante cualquier eventualidad, uno de los integrantes de la mesa chica del jefe del Estado aseguró que si la negociación fracasa no impactará en el día a día del Gobierno. «En cualquier escenario vamos a cumplir con las metas. Vamos a negociar y bajar lo que se pueda, pero no es que si no sale se va todo a la mierda», dijo a LA NACION un funcionario cercano al Presidente.
Al final de los encuentros bilaterales, confían en la Casa Rosada, estarán dadas las condiciones para lograr un acuerdo por el presupuesto, en línea con el plan económico que el Gobierno pactó con el FMI, y llegará el tiempo de la foto grupal. Aún en estado embrionario, no son pocos los que trabajan para conseguir reunir a Macri con gobernadores, legisladores, sindicatos, la Justicia y la Iglesia.