Desde Tucumán, volvió sobre el asunto. «El rumbo del barco está claro, sigue siendo el mismo», lanzó Macri, para que no hubiera dudas sobre su propósito.
Sus palabras, por segunda vez en menos de una semana, volvieron a posarse sobre el «círculo rojo», espacio que comparten empresarios, banqueros, economistas, intelectuales y periodistas.
Macri se hartó de las quejas, confiaron desde su entorno más cercano. «Quiere que terminen con el pesimismo. Es hora de mirar para adelante», describió un integrante del gabinete que viajó ayer con el jefe del Estado.
En la Casa Rosada no quieren saber nada más con reclamos y lamentos. «Ya les facilitamos todo para que salgan al mundo», graficó un hombre con acceso diario al despacho presidencial.
Además, por segunda vez en 57 días, Macri reconoció errores en el manejo de la crisis cambiaria.
Tres conclusiones dejó la autocrítica: los errores son, en todos los casos, producto de intentar sortear las dificultades que dejó el kirchnerismo. Que esas equivocaciones no modificarán el plan económico, que es uno solo. Y la certeza de que las consecuencias de recorrer ese camino, con sus problemas, llevarán a superar la crisis.
Así, el optimismo, que tiene en el jefe de Gabinete, Marcos Peña, a su principal vocero, vuelve a transformarse en el eje central del mensaje presidencial.
«Todos tienen que ser un poco menos críticos, entender la situación que vivimos. Uno de los temas es de gestión, pero no nos tenemos que quedar con eso. La clase dirigente tiene que enfrentar los desafíos», destacó otro de los ministros que acompañaron a Macri.
Pero a diferencia de lo que dijo hace casi dos meses en la quinta presidencial de Olivos, en esta oportunidad el Presidente no dio por superada la «tormenta».
Desde la Casa Rosada se mostraron sorprendidos por la lectura sobre la admisión de las equivocaciones. «Lo dijimos muchas veces», dijo una altísima fuente del Gobierno. Y agregó: «Cometimos errores, somos humanos, pero son producto de todas las reformas que estamos encarando».
En el camino que planteó el Gobierno, además de resolver la crisis cambiaria, la prioridad es lograr un acuerdo con los gobernadores para presentar un presupuesto que contemple el plan económico que el Gobierno acordó con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En su mensaje, que duró 20 minutos, el Presidente también le habló a la oposición.
«No es el momento de oportunismos ni demagogias», reclamó Macri, a su lado, con gesto adusto, estaba el gobernador tucumano, Juan Manzur, del PJ.
Seguirán las negociaciones con los mandatarios provinciales del radicalismo: Gerardo Morales (Jujuy), Alfredo Cornejo (Mendoza) y Gustavo Valdés (Corrientes). Es que antes de sentarse con los gobernadores peronistas la Casa Rosada quiere tener asegurado el respaldo irrestricto de los propios. Macri ya se garantizó el apoyo de María Eugenia Vidal y de Horacio Rodríguez Larreta.
Algunos de los ministros que acompañaron al Presidente (estuvieron Marcos Peña, Carolina Stanley, Jorge Faurie, Rogelio Frigerio, Oscar Aguad y Sergio Bergman, entre otros) resaltaron las palabras como «refundacionales».
Si bien nadie se anima a arriesgar que las crisis terminó, dos datos de los últimos días generaron alivio en la Casa Rosada: ayer las acciones de las empresas argentinas que cotizan en la Bolsa de Nueva York tuvieron un alza de hasta el 8% y el dólar cerró a casi un peso menos de lo que llegó a estar siete días atrás. «El cambio está empezando a producir resultados. No nos quedemos a mitad de camino», pidió el Presidente.