El objetivo de toda la gestión está puesto en una variable: mantener la estabilidad del dólar. Después de una semana de tranquilidad cambiaria, ahora el Gobierno apuesta a sostener este clima durante al menos 15 días más, antes de salir a pelear el voto.
«Vamos a una campaña corta, cortísima…», confió un hombre con despacho en la Casa Rosada.
Hoy la decisión es patear la campaña hasta los primeros días de octubre. Por el momento solo se verán algunas acciones como la que realizó el presidente Mauricio Macri en Córdoba. Con la estética muy cuidada -el equipo de Presidencia se encargó de entregar las banderas argentinas con las que lo recibieron al jefe del Estado- y un discurso en tono positivo, sin confrontar con el kirchnerismo, el Presidente irá durante las próximas semanas a lugares claves, pero sin la presencia que se desplegaba antes de las primarias.
«Se tiene que ver a Macri presidente, no candidato. Hoy lo único que tiene que hacer es mostrar que está en control de la situación», aseguraron fuentes de la Casa Rosada.
La instalación de Macri como candidato, como adelantó LA NACION hace casi un mes, irá separada de la campaña que realizarán la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. De hecho, oficialmente, la campaña en el principal distrito del país comenzará en siete días.
El golpe del 11 de agosto provocó un giro en la estrategia de Juntos por el Cambio; ya no hay un comando centralizando las decisiones. Desde ese momento, la ciudad y la provincia no trabajan más de forma coordinada con el gobierno nacional.
El equipo de campaña espera directivas de Peña. Por ahora solo hay silencio desde la cúpula, lo que genera malestar en la tropa que ya está dispuesta a salir a la calle para dar la pelea. Un detalle que no pasó desapercibido fue la ausencia del consultor Jaime Durán Barba en la reunión de comunicación que se realizó en la quinta presidencial de Olivos.
En las cuentas que hace el equipo de campaña, Macri solo tiene una oportunidad para intentar llegar al ballottage, el objetivo de máxima del oficialismo. «Nuestras chances están relacionadas con la economía», describió un hombre de máxima confianza del ministro coordinador.
Respuesta al pedido de Alberto
El Presidente respondió así también al pedido que le hizo su principal rival, el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, que en varias oportunidades le reclamó a Macri que se dedique a la gestión.
Al igual que esta semana, Macri concentrará su atención en alcanzar la estabilidad de la moneda estadounidense. El Presidente, junto al ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y el titular del Banco Central, Guido Sandleris, quiere consolidar el clima de serenidad.
«Necesitamos esto mismo durante varias semanas. Ya la tenemos muy difícil, si no logramos que la gente se olvide durante un rato del dólar es un escenario imposible», se lamentó un hombre con acceso al despacho presidencial.
La preocupación de algunos de los asesores del Presidente es que la crisis económica termine por generar un daño mayor en la imagen presidencial. Por eso el debate interno está centrado en el rol que debe tener Macri durante la campaña.
No son pocos los que creen que el jefe del Estado no debería hacer nada, solo dedicarse a gestionar. «Tiene que gobernar para ratificar los ocho millones de votos que consiguió», sugirió, con maldad, uno de los dirigentes del oficialismo que quedó marginado de la toma de decisiones.
Esta mirada es compartida por otros integrantes de Juntos por el Cambio que están preocupados por el día después de la elección y el reordenamiento de fuerzas interno. «Ganar es casi imposible. Lo importante es lograr hacer un buen papel para poder condicionar como oposición», explicaron fuentes oficiales.
Pero también hay un grupo de dirigentes que quieren salir a dar la pelea sin red. Incluso, algunos funcionarios, que habitan en la Casa Rosada, sueñan con Mauricio Macri recorriendo todo el país. Los más audaces hablan de copiar el modelo de Carlos Menem en la campaña de 1989, cuando recorrió gran parte del país en el «Menemóvil».
El proyecto, que aún no llegó a la mesa chica donde se toman las decisiones más sensibles y que integran Peña, Vidal y Rodríguez Larreta, tiene por objetivo hacer una promesa por provincia.
Uno de los grandes problemas de este método es que hoy, en medio de la crisis económica, los más sensatos creen que puede traer más dificultades que alegrías.
«Estaríamos dando la pelea en serio. Salir a la cancha con todo y si sale bien, al menos dimos todo», se sinceró uno de los ideólogos.