Bank of América calculó el precio del dólar en Argentina para fines de 2025 y 2026: por qué no abandona el carry trade

Un informe de BofA (Bank of America) sobre el mercado argentino revisó sus proyecciones para el tipo de cambio oficial y reiteró su postura favorable hacia el carry trade, con posiciones “largas” en pesos que se mantienen sin cambios desde abril.

Los cálculos del gigante de Wall Street implican que, si bien el dólar está atrasado, se necesita una depreciación de apenas el 9% real para que alcance un nivel sustentable dados los fundamentos de la economía. Esa devaluación, que a precios de hoy implicarían un valor de en torno a $1.420 por dólar, no es vista como una suba enorme por los analistas que, con todo, no esperan un salto inmediato sino más bien una devaluación gradual en 2026 tras las elecciones legislativas.

Según el documento titulado “Argentina – The Peso’s No Bargain, but No Bubble” (Argentina: el peso no es una ganga, pero tampoco una burbuja), con fecha del 15 julio de 2024 por los analistas Sebastian Rondeau, David Beker y Lucas Martinelli, el peso argentino no está enormemente sobrevaluado, pero tampoco resulta una oportunidad clara de compra para inversores globales. Sobre la base de estas definiciones, BofA sostuvo su apuesta por tasas en pesos y anticipó rendimientos reales positivos en los principales instrumentos de deuda local.

Bank of America actualizó su escenario base para el tipo de cambio oficial e indicó que espera un valor de $1.400 por dólar a fines de 2025 y de $1.700 por dólar a fines de 2026. Los analistas describieron este sendero cambiario como compatible con una estabilidad sustancial en términos reales a partir de la segunda mitad de 2025 y una depreciación más moderada hacia 2026. Según el informe, la dinámica de precios internos acompañará este proceso a través de una tasa de inflación prevista del 27,3% para todo 2025 y del 16,7% para 2026.

El cálculo de precios para la moneda norteamericana asume, según especificó BofA, el cumplimiento de varias condiciones interconectadas. Entre ellas, un avance consistente en la acumulación de reservas internacionales y la continuidad de reformas macroeconómicas y fiscales. “Pensamos que sólo sería necesaria una depreciación real adicional de 9% para que Argentina logre acumular reservas internacionales netas por 1% del Producto Bruto Interno anualmente, siempre bajo la hipótesis de disciplina de políticas y flujos de capital positivos y sostenibles”, expresaron los autores.

También agregaron que, bajo estos parámetros, “los déficits externos de menos del 1% del PBI pueden ser tolerables en la medida en que se mantenga el compromiso oficial con una política fiscal y monetaria restrictiva.”

El informe desarrolló un diagnóstico sobre el equilibrio cambiario y las perspectivas de mediano plazo. Señaló que el peso argentino “no se encuentra en una burbuja ni tampoco resulta barato a los valores actuales”, considerando que el tipo de cambio real está aproximadamente un 15% por encima de su promedio histórico. Identificó además varios elementos estructurales que permitieron la apreciación reciente de la moneda, entre ellos la consolidación fiscal, las mejoras regulatorias en el sector energético y reducciones de impuestos críticos.

BofA recalcó: “La moneda se ubica en una zona cercana a un valor considerado razonable bajo las perspectivas actuales de exportación de energía y minería. Una combinación de políticas consistentes y mejoras en la composición de flujos externos justifica esta valoración.” Los analistas puntualizaron que “cada movimiento de depreciación real del 10% mejora el balance de cuenta corriente en cerca del 0,7% del PBI”, lo cual refuerza la sostenibilidad del esquema cambiario siempre que la macroeconomía acompañe.

En cuanto al rol del Fondo Monetario Internacional, el informe enfatizó el impacto de la presencia del organismo como estabilizador, aunque destacó las exigencias pendientes: “El acuerdo con el FMI dotó de estabilidad financiera al país, pero impone metas estrictas de acumulación de reservas y de disciplina fiscal y estructural que, de incumplirse, podrían alterar la hoja de ruta oficial.” El acceso esperado a los mercados de deuda a partir de 2026 y las perspectivas positivas de exportación en sectores como energía, cobre y litio constituyen otros de los fundamentos empleados para justificar las previsiones sobre el valor del peso.

El informe admitió que, si bien los escenarios alternativos aparecen como menos probables, su materialización podría alterar severamente la dinámica, especialmente ante un quiebre de continuidad en las políticas asumidas, que derivaría en una depreciación superior al 20% en términos reales y complicaciones serias en la capacidad de repago de deuda soberana.

Respecto al compromiso de las autoridades, BofA pronosticó: “Prevemos una política fiscal y monetaria restrictiva, como mínimo, hasta las elecciones de medio término de octubre de 2025, contexto en el que Javier Milei conserva una considerable ventaja en las encuestas.” Sin embargo, también advirtió sobre los principales focos de riesgo: una inflación mayor a la prevista, un mal desempeño en la balanza comercial, el eventual descenso de la popularidad presidencial y factores internacionales adversos que puedan afectar la oferta global de financiamiento.

Entre sus estimaciones, el reporte mencionó que el país puede recibir ingresos anuales por IED (Inversión Extranjera Directa) cercanos a 10 mil millones de dólares, impulsados por incentivos a la inversión y expectativas favorables respecto a los sectores de energía y minería. “El flujo de inversión directa se perfila como un pilar clave para la sostenibilidad externa, aunque se necesitarán además flujos de portafolio y de otras fuentes privadas por alrededor de 6 mil millones de la moneda estadounidense al año para fortalecer el ritmo de acumulación de reservas.”

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