La tregua política entre la Casa Rosada y el Senado parece haber llegado a su fin. En las últimas horas, trascendió el malestar de Karina Milei por las gestiones autónomas que la Vicepresidenta Victoria Villarruel está llevando a cabo para la aprobación de los pliegos de los jueces de la Corte Suprema. Villarruel recibió en su despacho a gobernadores peronistas para negociar votos a cambio de obras, una jugada que en Balcarce 50 consideran una intromisión en las funciones del Ejecutivo.
Desde el entorno de la Vicepresidenta aseguran que ella solo está «haciendo su trabajo»: conseguir los números que el Gobierno necesita. Sin embargo, la desconfianza crece. En el oficialismo temen que Villarruel esté construyendo un proyecto de poder propio, utilizando el Senado como plataforma de lanzamiento y diferenciándose del estilo confrontativo de Milei.
La relación institucional se mantiene por necesidad mutua, pero los puentes de confianza están dinamitados. El cierre del año legislativo será el escenario donde se mida quién tiene realmente el control de la agenda política.
