La «Guardia de Guerra»: Esperas de 6 horas y atención en pasillos por el brote.

El sistema de salud del Área Metropolitana de Buenos Aires ha entrado oficialmente en fase de saturación. Lo que la semana pasada era una alerta amarilla, hoy es una emergencia roja. Tanto los hospitales públicos como las clínicas privadas reportan un colapso en sus servicios de guardia, con demoras que superan las 6 horas para pacientes con síntomas febriles compatibles con Dengue. La curva de contagios se ha verticalizado de manera agresiva, superando los registros del histórico brote de 2024 para esta misma altura del año.

El problema no es solo la cantidad de pacientes, sino la falta de recurso humano. Muchos médicos y enfermeros también están cayendo enfermos o están agotados tras semanas de trabajo intensivo. Las instituciones han comenzado a derivar médicos de otras especialidades (traumatólogos, dermatólogos) para atender la demanda clínica básica de hidratación y control de síntomas en las unidades febriles. «Estamos atendiendo en los pasillos, no tenemos dónde poner a la gente que necesita suero», relata un director médico de un sanatorio de Palermo.

La escasez de insumos empieza a notarse. Hay faltantes puntuales de solución fisiológica (suero) y paracetamol endovenoso en algunas farmacias hospitalarias debido a la demanda explosiva. El Ministerio de Salud ha montado un comando unificado para redistribuir stock entre jurisdicciones, pero la logística siempre corre por detrás del virus.

El alivio térmico de ayer y hoy ayuda a que los pacientes no sufran deshidratación por calor, pero no frena al mosquito, que sigue activo dentro de los hogares. Los expertos infectólogos insisten: si no hay síntomas de alarma (sangrado, vómitos incontrolables, dolor abdominal intenso), lo mejor es quedarse en casa, hidratarse y tomar paracetamol, para no exponerse a otras cargas virales en las guardias colapsadas.

La sociedad vive con angustia la situación. El repelente se ha convertido en un bien más preciado que el dólar, y la «psicosis del mosquito» altera la vida cotidiana. Las reuniones al aire libre por fin de año se cancelan o se trasladan a interiores. El Dengue ha logrado lo que parecía imposible: modificar los hábitos sociales de los argentinos en pleno diciembre.

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