Lluvia de inversiones en el Norte: El litio y el cobre despiertan con el nuevo régimen

El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) está mostrando sus primeros frutos maduros en el norte argentino. En el último trimestre, se han confirmado desembolsos por más de US$ 4.000 millones para tres proyectos de cobre en San Juan y dos expansiones de plantas de litio en Salta y Jujuy. Las empresas mineras internacionales, atraídas por la seguridad jurídica, la estabilidad fiscal y la libre disponibilidad de divisas que garantiza el régimen, han decidido acelerar sus cronogramas de obra.

El impacto local es inmediato. La demanda de proveedores, mano de obra calificada y servicios logísticos ha generado un boom económico en las provincias cordilleranas, que lideran los rankings de creación de empleo privado. Los gobernadores, socios clave del Gobierno en esta cruzada, celebran la llegada de divisas que no dependen del clima ni de la soja. La minería se perfila como el segundo gran complejo exportador de la Argentina para la próxima década.

Sin embargo, persisten cuellos de botella. La falta de infraestructura vial y energética en la Puna y los Andes amenaza con frenar el ritmo de expansión. Las empresas piden mejores rutas, líneas de alta tensión y gasoductos para operar eficientemente. El Gobierno promete que la inversión privada también se volcará a la infraestructura mediante el sistema de iniciativa privada a la chilena.

El desafío ambiental también está en agenda. Las comunidades locales exigen controles estrictos sobre el uso del agua, y las empresas saben que la licencia social es tan importante como la legal. Se están implementando mesas de diálogo con veedores internacionales para garantizar que el desarrollo minero sea sostenible y beneficie realmente a las poblaciones cercanas.

Argentina tiene el potencial geológico para ser un jugador global en la transición energética. Con el RIGI, parece haber encontrado la llave normativa para destrabar ese potencial. El 2026 será el año de la construcción masiva, con miles de operarios trabajando a 4.000 metros de altura para extraer el «oro blanco» y el cobre que el mundo demanda.

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