Patricia Bullrich, el mayor exponente de la grieta

Esa idea, que se advierte en varias encuestas, lejos de provocarle malestar le divierte. “Hicimos cosas fuertes, el tema mapuche es un ejemplo. La gente reconoce que al fin alguien se les animó”, dice. Y, con una amplia sonrisa, remata: “¡Voy a Bariloche y soy Gardel!”.

Los malos resultados de la política económica, potenció la figura de Bullrich. La seguridad, como una especie de antídoto, se transformó en uno de los ejes discursivos del Gobierno. Su estilo directo y confrontativo, también suma adeptos y rechazos al interior del gabinete.

Si bien cuenta con todo el respaldo del presidente Mauricio Macri y del jefe de Gabinete, Marcos Peña, lo cierto es que algunos de sus pares la miran con recelo. La acusan de estar en “modo campaña” y de caminar por un “precipicio” que puede generarle serios problemas al Presidente.

Bullrich no presta atención a estas diferencias. Levanta los hombros y sonríe cuando se le pregunta por esos asuntos. “El tipo me banca”, suelta. El “tipo” es Macri que, según relata, “está de acuerdo” con todo lo que su ministra de Seguridad hace. El jefe del Estado también se ocupa de que el mensaje llegue al resto de su equipo.

Un ejemplo de esto sucedió en pleno debate por el cambio del protocolo de las fuerzas de seguridad. En plena reunión de gabinete, mientras Elisa Carrió era la noticia principal de los medios de comunicación por acusar de “fascista” al Gobierno, el jefe del Estado felicitó al equipo de Seguridad “por hacer lo que tenemos que hacer”.

Mientras ya se prepara para un año “intenso” por la campaña electoral que la tendrá como una vocera permanente del Gobierno, Bullrich asegura que su objetivo es lograr un cambio cultural. Ante una economía deprimida, la lucha contra la inseguridad, la batalla contra el narcotráfico y recuperar el control de la calle serán parte del discurso oficial.

“El cambio de paradigma que se esperaba de Cambiemos, que es básicamente un orden distinto y el respeto por la ley, es una idea de poner la prioridad en la víctima y no en el victimario. Pudimos demostrar que se puede cambiar”, describe en una breve conversación en el Salón Blanco de la Casa Rosada.

Con esta política, sostiene en clave electoral, “entras en un sector, como la clase media baja, donde a Cambiemos le cuesta un poco más”. Defender a los trabajadores que salen a las seis de la mañana de los delincuentes, es una frase que repetirá a lo largo de la charla. Son palabras que Macri también cita repetidamente.

Según su visión, como la Argentina está atravesada por una grieta, “los que creen en la doctrina de [el exjuez de la Corte Suprema Raúl] Zaffaroni te odian, te hacen la guerra, y eso genera diferencias”. En este escenario, Bulrcih niega que haya una aceleración de la actuación de las fuerzas de seguridad. “Es acumulativo, los cambios son acumulativos”, explica.

La caracterización que hacen desde la oposición de su figura no le preocupa. Al contrario. “El Gobierno anterior se cayó de un lugar normal. ¡Cuando vas a un lugar normal te dicen mano dura!”, describe y usa como ejemplo el debate en torno al cambio de protocolo para las fuerzas de seguridad.

Son varios los hechos que terminaron por consolidarla. En primer término, el caso Maldonado. La decisión de respaldar a la Gendarmería fue determinante. “Ganábamos o perdíamos por un rasguño. Si lo hubiese tocado un gendarme perdíamos y yo me tenía que ir del Gobierno”, admite.

En ese listado también se destaca en el caso de Luis Chocobar, el policía bonaerense que mató a un ladrón que había robado y acuchillado a un turista en La Boca. Bullrich no esconde que esa causa fue “la manera de encarnar en alguien el cambio”. Y agrega: “Era la forma de sentar las ideas que queríamos mostrar a la sociedad y a las fuerzas de seguridad”.

Hace 10 días la ministra de Seguridad volvió a convertirse en el centro de la escena política con la publicación del nuevo protocolo de seguridad que permite a los policías federales, entre otras acciones, disparar sin dar la voz de alto.

“La Argentina necesita construir un cambio. Ese cambio se da bajo resistencia de los que no lo quieren, que creen en la argentina populista, en la que el Estado te soluciona todo. El kirchnerismo y la izquierda no creen en la representación de la seguridad que nosotros tenemos”, se defiende ante las acusaciones de ser la garante de la mano dura.

Y para validar su posición muestra números: el 85% de la gente que apoya a Cambiemos está de acuerdo. Entre los independientes, según relata, el respaldo es del 60%. Y entre los votantes del kirchnerismo y la izquierda, el 70% se manifestó en contra.

“Vamos a ir para adelante con nuestra convicción. Lo vamos a hacer porque lo creemos y eso fue generando una idea que es una gestión que no está permanentemente dando marcha atrás”, manifiesta.

La consagración interna llegó de la mano del G-20. La cumbre de líderes se llevó a cabo sin incidentes, hecho que celebró el Presidente y su equipo.

“Demostró que tiene temple y espalda para sostener conceptos que otros no se hubieran animado. Patricia es de la vieja política, la que tiene vocación de aprender. Los desafíos que encaró los cumplió” resaltan allegados a Peña.

 

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