El Círculo Rojo presiona: Temor empresario por las represalias comerciales tras la cumbre.

La frialdad diplomática exhibida en la reciente cumbre del Mercosur ha encendido las alarmas en la sede de la Unión Industrial Argentina (UIA). Los principales capitanes de la industria manufacturera han comenzado a hacer llegar mensajes reservados a la Casa Rosada y al Ministerio de Economía, expresando su profunda preocupación por las consecuencias comerciales de una eventual ruptura política con Brasil. El temor no es infundado: el gigante sudamericano es el destino de casi el 40% de las exportaciones industriales argentinas (MOI), siendo vital para la subsistencia del sector automotriz de Córdoba y Pacheco.

El planteo de los empresarios es pragmático: apoyan la apertura de mercados y el tratado con Estados Unidos, pero advierten que esto no puede hacerse a costa de dinamitar la relación con el principal socio comercial. «No podemos reemplazar a Brasil de la noche a la mañana», señalan desde las terminales automotrices, que trabajan con un esquema de integración «just in time» con las fábricas de San Pablo. Una barrera paraarancelaria o una demora en las aduanas brasileñas, como represalia política, paralizaría las líneas de montaje en días.

Desde el Gobierno, la respuesta es que la «política exterior es innegociable» y que los empresarios deben adaptarse a competir en el mundo sin depender de la protección del bloque regional. Sin embargo, en las segundas líneas de Cancillería admiten que se ha conformado una mesa de diálogo técnico con Brasilia para blindar el flujo comercial de las disputas políticas presidenciales. La instrucción es «pelear en los micrófonos, pero dejar pasar los camiones en la frontera».

La UIA prepara un documento técnico para presentar la próxima semana, donde detallará el impacto en el empleo de una caída del comercio bilateral. Buscan que el ala más política del Gobierno (Francos y el entorno dialoguista) interceda ante el Presidente para moderar la retórica anti-Mercosur, al menos hasta que se concreten alternativas comerciales reales con otros bloques.

La tensión entre la ideología libertaria de apertura total y la realidad de una estructura industrial interdependiente con Brasil será el eje de conflicto económico del verano. Los industriales saben que, en una guerra comercial, ellos son los primeros heridos.

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