Ayuda internacional: Brasil envía repelentes y Japón ofrece vacunas para combatir el Dengue.

La crisis del Dengue en Argentina ha trascendido las fronteras y activado mecanismos de cooperación internacional. Ante el quiebre de stock de la vacuna Qdenga (producida por el laboratorio japonés Takeda), el Ministerio de Salud ha iniciado gestiones directas con la embajada de Japón para intentar conseguir un lote de emergencia de 1 millón de dosis que originalmente tenían otros destinos. La negociación es compleja porque la demanda es global: el cambio climático ha llevado el mosquito a latitudes impensadas, generando brotes en Europa y el sur de EE.UU.

En paralelo, Brasil ha comenzado a enviar camiones con repelentes industriales y larvicidas biológicos para asistir a las provincias del norte argentino, en un gesto de distensión humanitaria en medio de la frialdad política. La «diplomacia sanitaria» parece correr por un carril separado al de los presidentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido una alerta regional, calificando la situación en el Cono Sur como «alarmante» y pidiendo coordinar esfuerzos transfronterizos.

Para el ciudadano argentino, la noticia de la ayuda internacional confirma la gravedad del cuadro. La sensación de desprotección ha llevado a que familias de clase media alta organicen «tours de vacunación» a países limítrofes donde el stock es más fluido. La salud pública argentina, otrora orgullo regional, necesita hoy de la asistencia externa para contener un brote que la desborda.

El Gobierno agradece la ayuda pero insiste en la responsabilidad individual del descacharreo. Sin embargo, la llegada de aviones con insumos médicos será una foto potente en los próximos días, evidenciando que el problema es de escala continental.

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