Mientras Sampaoli miraba con atención, se comía las uñas, charlaba con allegados y recibía gritos de los fanáticos cada vez que Martínez tocaba el balón, la televisión lo enfocaba a cada atajada de Armani. A los 31 años, el arquero, seguido por el DT nacional, llegó a Núñez con dos objetivos a corto plazo: coronar su primer semestre con un título (lo logró al ganarle la Supercopa a Boca) y destacarse para ganarse un boleto al Mundial, el gran sueño de su vida y uno de los motivos por los que eligió dejar atrás siete años en Atlético Nacional de Colombia, club en el que es ídolo absoluto y el máximo ganador con 13 títulos. «Sueño con el llamado de Sampaoli, con poder estar en la Selección», dijo al término del partido.
Ayer, en el 2-0 con goles de Borré y Palacios, una nueva actuación soberbia volvió a confirmar que para el equipo de Marcelo Gallardo quedaron muy lejos los problemas y las dudas en el puesto. Con él, ya nadie está pendiente de qué sucede en el arco, tal como ocurrió durante el segundo semestre de 2016 y todo 2017 cuando Augusto Batalla, Germán Lux y Enrique Bologna rotaron sin poder consolidarse.
«Esto es día a día. Cada partido que juego, debo demostrar por qué estoy en River, que era un sueño de hace años. Mi desafío era venir y demostrar, porque me fui jugando en el ascenso y no tuve la posibilidad en primera. Debo seguir en un buen nivel», comentó Armani, quien antes de emigrar en 2010 a Colombia jugó únicamente en Ferro y Deportivo Merlo.
Sobre sus posibilidades de llegar al Mundial, el número 1 de River comentó: «Hay que trabajar porque uno sueña con el llamado de la Selección. Esto es un trabajo de varios años. Debo seguir demostrando y tener un buen nivel. Yo estoy haciendo el esfuerzo. Es un sueño, una oportunidad única. Ojalá el llamado pueda estar, es lo que estoy esperando y es por lo que he trabajado todos estos años. Pero es una decisión del técnico».
Desde que fue titular en la victoria 2-0 ante Olimpo por la fecha 14, Armani nunca dejó su lugar y lleva 12 partidos consecutivos en el once inicial, siendo el jugador más regular. Frente a Racing, sumó su quinta valla invicta y acumula solo nueve goles en contra. Muchas veces, gracias a sus apariciones: luego de salvar el cero el jueves pasado en la única situación de peligro en el 0-0 con Independiente Santa Fe, anoche relució todo su repertorio.
Primero, a los 20 minutos del primer tiempo, desactivó un potente tiro de Lisandro López (también le tapó el rebote a Nery Cardozo, en offside). Luego, a los 33, contuvo un remate de Martínez, y finalmente, a los 37, mostró sus reflejos para sacar un gran derechazo de Matías Zaracho. En el inicio del complemento, ahogó a Martínez en un mano a mano y no lo dejó definir con comodidad cuando lo eludió, y luego confirmó todo a media hora del final cuando le sacó otro disparo a Zaracho.
Con presencia y seguridad en los centros, y sin complicaciones para jugar con los pies, Armani sostuvo a River cuando más lo necesitaba. Y Gallardo renovó el equipo de forma precisa: Palacios por Quintero y Borré por Pratto fueron los cambios justos. A quince del final, una pelota en cortada de Palacios luego de un error en la salida de Musso le permitió al colombiano estampar el 1-0; y en tiempo cumplido, el joven volante marcó el 2-0 tras una asistencia de Pity Martínez.
Con un 4-4-2, con Quintero por la banda derecha, Nacho Fernández y Ponzio en el centro del mediocampo, y a Pity Martínez por izquierda, el Millonario sufrió una buena parte del partido y debió jugar muchos minutos sin la pelota, algo que no suele ser habitual: tuvo el 46,8% de la posesión contra el 53,2% de Racing, según las estadísticas de Opta.
Ante el control de la Academia y la intensa presión que buscó imponer, más la subida del tándem Saravia-Zaracho por derecha y las irrupciones de Soto por izquierda, los futbolistas de River debieron cuidar siempre sus espaldas para no desproteger los sectores de ambos laterales. Por eso, fue difícil para Quintero y Pity desplegarse y asociarse, ya que jugaron muy alejados. Así, le costó al equipo de Gallardo encontrar conexiones y lo mejor llegó desde la izquierda con las proyecciones de Saracchi y las irrupciones aleatorias de Martínez.
La cuarta victoria en fila en la Superliga le permite a River confirmar su aspiración a un puesto en las competencias internacionales: ya está en zona de Copa Sudamericana y quedó a siete puntos de Independiente, último clasificado a la Copa Libertadores. Y, cuando la situación lo apremia, se sostiene en las manos del arquero que estuvo cerca de firmar con Boca a fines de 2016, fue pretendido por San Pablo, Puebla, Tigres (ambos de México), Racing y Flamengo, y hasta tuvo sondeos de la Juventus. Pero eligió llegar a Núñez para no resignar sus sueños.