Las diferencias, siempre negadas u ocultas, volvieron a emerger. La crisis financiera dejó expuestos a los grupos que luchan por influir en la toma de decisión de Macri. La mesa política que lanzó el Gobierno para fortalecer la imagen presidencial atraviesa fuertes tensiones con riesgo de terminar en cortocircuitos.
De un lado aparece el tridente, que integran el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y sus segundos, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, «los ojos y la inteligencia» de Macri. El ministro coordinador, a quien el Presidente comparó con Messi en la última reunión de Gabinete, lidera al grupo en el que también se destaca el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis.
Del otro asoma cada día con más fuerza e injerencia un quinteto que busca imponer cambios. La gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal; el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta; el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio , y el empresario Nicolás Caputo , Nicky, el mejor amigo del Presidente, el único sin cargo oficial, pero con la confianza necesaria para decirle las cosas sin eufemismos.
Los planteos del segundo grupo son claros: hay que cambiar. Pero también buscan alertar sobre la génesis de la crisis. «Corren detrás de la economía cuando el problema es político», describió uno de ellos. El primer paso para comenzar la recuperación es reconstruir la confianza, aseguran. Más cuando ponen en la balanza el futuro, que solo invita a la preocupación. Es que una certeza anida en aquellos que acompañan al jefe del Estado desde hace décadas: la Argentina está ingresando en una «profunda» recesión y en el Gobierno «todavía no saben qué pasó».
«Estaban desorientados, al principio no había piloto para atravesar la tormenta. Pero ahora sí, es el propio Macri», reconoció uno de los mejores intérpretes del humor de Macri.
De los múltiples pedidos de modificaciones que recibió hasta ahora el Presidente solo cedió en tres. Así salieron eyectados del Poder Ejecutivo Francisco Cabrera y Juan José Aranguren y Federico Sturzenegger. En todos los casos, Vidal y Rodríguez Larreta fueron a fondo.
La gobernadora y jefe de gobierno, junto con Caputo, ya le advirtieron al Presidente que no alcanzó. Y piden cambios más fuertes y ejemplificadores. Macri, para que no haya dudas, blindó a Peña, Quintana y Lopetegui; el trío es su piedra basal. Y bajó el mensaje de que no habrá más modificaciones. Algunos, con malicia, describen las tensiones como el principio de la pelea que vendrá poselecciones por la sucesión.
«Acá tenemos un problema grave de comunicación», repitieron fuentes cercanas al grupo que quiere más cambios. La crítica no es inocente; la comunicación es propiedad de Peña.
Cerca del ministro coordinador reconocieron las tensiones, pero desdramatizaron la situación. «Es normal la fricción», confió una altísima fuente que habita en la Casa Rosada. Peña está al tanto de que hay gente que juega a desgastarlo, pero lo toma como algo natural. «Viene con el cargo», le dijo en más de una oportunidad a sus colaboradores.
Para que no haya dudas, siempre vuelve al mismo ejemplo: el regreso de Monzó al corazón de la toma de decisiones fue posible por el guiño de Peña. «Más allá de las diferencias, con Emilio juegan de memoria», describió un testigo del trabajo de esa dupla en la campaña 2015.
Pero no todos tienen la capacidad de abstracción de Peña. Algunos ya alzaron la voz en queja. «Vidal y Rodríguez Larreta dicen una cosa y hacen otra. Fijate que sus gobiernos no brillan y no los veo haciendo cambios», dijo uno de los integrantes del grupo que lidera Peña.
Durán Barba llevó cifras que encendieron las alarmas. Macri, Vidal y Rodríguez Larreta bajaron entre 12 y 13 puntos. «Así y todo están muy por encima del resto», explicaron fuentes oficiales. Entre las recomendaciones para llegar en mejor estado al año próximo se destaca compartir el poder con el peronismo. Macri duda sobre ese punto, que el tridente resiste. «El peronismo nunca mostró intenciones de querer compartirlo», descartó un allegado a Peña.
Pero al mismo tiempo le reclamaron más cercanía con la gente. «Hay que dejar de hablar de ajuste y tiene que bajar del helicóptero. Tiene que vivir más la realidad que atraviesa la gente, como Vidal», dijo un hombre con acceso al despacho de Macri.
Esa es parte de la receta para evitar el ballottage, escenario que ya genera preocupación en el macrismo. En las cuentas que hacen en la Casa Rosada, Macri necesita recuperar cinco puntos para evitar el mano a mano. Una sugerencia cobra cada día más peso: volver a polemizar con Cristina Kirchner. Esa es la solución para mantener dividido al peronismo.